El tristemente conocido bebé británico de nueve meses y gravemente enfermo falleció ayer después de que sus padres perdieran la batalla legal para mantenerlo con vida gracias a la ventilación mecánica. Los médicos querían poner fin al "insoportable" sufrimiento del pequeño, que sufría trastornos del metabolismo, daños cerebrales e insuficiencia respiratoria, pero la familia decidió acudir a los tribunales para reclamar que mantuvieran el tratamiento.
Una juez resolvió que la vida del niño -conocido por sus iniciales, O.T, para ocultar la identidad de los implicados en el caso- no podía ser preservada "bajo cualquier circunstancia". Los médicos estimaban que el bebé, aquejado de un raro desorden mitocondrial, no tenía posibilidad de recuperación ni de sobrevivir a los 3 años. La magistrada Parker reconoció la devoción de los padres hacia el pequeño, pero también consideró "irreal" su esperanza de que algún día llegara a ir a la escuela. Y, aunque dijo creer en el derecho a vivir gracias a los respiradores artificiales, calificó este caso de "desesperado y angustioso". La apelación a esta sentencia, presentada por el matrimonio como último resorte legal, fue rechazada el viernes por el alto tribunal.
Pasados unos minutos de las 10 de la mañana de ayer, el servicio médico desconectaba a Baby OT de la respiración asistida ante la consternación de sus padres. "Ha muerto en paz, pero le echaremos muchos de menos. Durante este corto periodo de tiempo, nuestro precioso hijo ha sido el centro de nuestras vidas", manifestaba la madre, convencida de que el niño daba muestras de placer cuando recibía sus cuidados.
"Existe la creencia generalizada de que la medicina tiene una respuesta para todo, pero desafortunadamente eso no es así", declaraba ayer el profesor Sam Leinster, de la Universidad de East Anglia, ante las reticencias suscitadas por la decisión judicial.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de marzo de 2009