Leo en el diario israelí Haaretz del 20 de marzo las declaraciones de soldados israelíes relatando los abusos y crímenes contra civiles cometidos durante la invasión de Gaza. Al día siguiente leo horrorizado en la prensa española que los soldados israelíes encargan y lucen camisetas que alientan y celebran el asesinato de mujeres embarazadas y niños palestinos. Aún más horrorizado, leo que las inscripciones de las camisetas han sido supervisadas y aprobadas por los oficiales del Ejército israelí. Al día siguiente leo en la prensa española que la asociación israelí Médicos por los Derechos Humanos afirma tener pruebas de que 16 empleados sanitarios fueron asesinados durante el ataque a Gaza mientras cumplían con su labor médica, y que los soldados impidieron de forma sistemática que los palestinos heridos o enfermos recibiesen la atención médica que necesitaban.
Y entonces recuerdo, horrorizado, a todos aquellos que defendieron el ataque israelí y cuyo silencio hoy se torna sencillamente insoportable.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de marzo de 2009