En la manifestación anti-Bolonia de la semana pasada en Barcelona, los mossos se convirtieron, tal como lo veían mis ojos, en una manada de reses bravas y enfurecidas que daban cornadas a ciegas contra todo lo que se ponía por delante; lo mismo servía un niño que una señora con su carro de la compra, algún caballero que por allí pasara por pura casualidad, o como los profesionales de la información que eso era lo que hacían: informar, su trabajo.
Jamás, pensaba yo, me hubiera creído que tres partidos que se autodenominan de izquierdas y que forman nuestro Gobierno autonómico, permitieran lo que ocurrió. La respuesta de los mossos fue tan brutal, desproporcionada y arbitraria que difícilmente se nos borrará de la memoria. Ahora habrá que preguntarse quién o quiénes la autorizaron tamaña actuación contra los ciudadanos y una vez lo sepamos, pedir sus cabezas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de marzo de 2009