El secretario general de Naciones Unidas se ha encontrado cara a cara, en un acto público, en la cumbre de Estados árabes de Qatar, con un fugitivo de la justicia internacional, el todavía presidente en activo de Sudán. El máximo hacedor de la legalidad internacional sólo ha sabido articular un discurso de defensa de las ONG humanitarias con expiración de funciones en 11 meses.
La Corte Penal Internacional que ha emitido esa orden de busca y captura es un hijo de Naciones Unidas con estrechos vínculos con el Consejo de Seguridad al que rinde cuentas. Lamentablemente, carece de policías que puedan implementar sus resoluciones, depende de la voluntad esperada de la comunidad internacional, que se quiebra, como un desafío a Occidente, en los Estados africanos y árabes, ratificadores en gran parte de esta nueva jurisdicción penal internacional.
O no vas al evento como acto de repulsa por la presencia de un prófugo y de un posible criminal de guerra y de lesa humanidad. O vas, pero solicitas la detención y entrega inmediata a La Haya de este individuo. Acabará en una celda holandesa, ya que Sudán no podrá aguantar las presiones internacionales. Pero, mientras tanto, las Naciones Unidas deben mantener un discurso unívoco para alcanzar la paz sin renunciar a la justicia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de abril de 2009