Una parte del sector crítico del PP ha comenzado a pedir -aunque con la "boca pequeña"-, la dimisión del tesorero Bárcenas, sin esperar a que sea imputado por el Tribunal Supremo, único que puede hacerlo por la condición de aforado.
Una vez que Garzón ¡por fin! ha "soltado" el caso Gürtel, el Tribunal Superior de Madrid tendrá que completar la instrucción y, llegado el caso, sólo el Supremo podrá imputar a los aforados. Ésa es la parte estrictamente judicial del asunto, pero no la única.
Está claro que Garzón ha jugado con los "tiempos" de la instrucción como le ha parecido, y además no ha sabido evitar las filtraciones a la prensa. Pero también es cierto que ni siquiera Garzón ha hablado de "financiación ilegal de partido político", lo cual indica que las corrupciones, si las hay, son de personas concretas que han utilizado al partido para enriquecerse, y no al revés.
Sin prejuzgar la presunción de inocencia, ya que Bárcenas no piensa dimitir -como han hecho otros de su partido-, Rajoy debería cesarlo. Y ello independientemente de que el tesorero diga, y pueda, tener las "cuentas claras". Claro que se puede esperar a lo que diga el Supremo, pero no parece lo más adecuado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de abril de 2009