Leo artículos de diarios, al hilo del centenario de la supuesta llegada de Peary al Polo Norte, donde se afirma que tal hecho estuvo sujeto a polémica por la reclamación del mismo triunfo por el Dr. Cook. Y ello es cierto, pero el desenmascaramiento de la superchería de Cook benefició a un Peary cuya propia llegada al Polo ha sido crecientemente discutida.
Los trabajos de Hayes, ya en 1929, de Rawlins, Bryce y, más recientemente, W. Herbert muestran hechos incontestables: Peary despidió a Bartlett, único que podía confirmar sus medidas astronómicas, cinco días antes de llegar al Polo. A partir de aquí, Peary de repente alcanza la increíble velocidad de 40 kilómetros diarios, sin certeza de su longitud, y peor aún, a la vuelta, casi 80 kilómetros diarios, marca nunca alcanzada después a pie.
Sólo la contumacia de la National Geographic Society en defenderlo y el peso norteamericano en el mundo avalan una reivindicación que ya el propio Amundsen puso en duda. Lo más curioso es que también el primer viaje en avión al Polo, el del almirante Byrd, se hizo según sus datos en un tiempo imposible para la velocidad del Fokker en que viajaba.
En conclusión, podemos decir que los primeros que llegaron al Polo Norte no fueron los norteamericanos, sino Amundsen y Nobile en su dirigible.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de abril de 2009