A los nueve años, cuando la mayoría de los chavales del barrio sevillano de Pino Montano, en el que se crió, jugaban al fútbol y soñaban con marcar goles, Javi Varas (Sevilla, 1982) pensaba en pararlos. Mientras gran parte de la afición sevillista se rendía ante la voracidad de Suker frente a la portería rival, el niño Varas se fijaba en la de su equipo. Allí estaba Juan Carlos Unzue. Su ídolo.
Casi dos décadas después, una tarjeta amarilla va a permitir que se encuentren admirado y admirador. La quinta amonestación que recibió el pasado domingo Palop, portero titular del Sevilla, supone un partido de suspensión. Así que será Varas quien se ponga hoy bajo los palos para tratar de frenar el torrente ofensivo del Barça, el equipo más goleador de la Liga (88) y cuyo entrenador de guardametas es Unzue.
"Si no ha jugado más es porque tiene un gran portero delante", dice Jiménez
"Seguro que estará loco de contento por jugar en el Camp Nou. Puede ser un día muy importante para él. Pero seguro que no va a pensar en eso", cuenta Fermín Galeote, ex entrenador del Sevilla Atlético, que le tuvo a sus órdenes. "Ponerse nervioso no serviría de nada", afirma Varas. Quienes le conocen aseguran que ha conseguido templar sus nervios con grandes dosis de trabajo y paciencia. Mucha paciencia. "Si no ha jugado más es porque tiene un gran portero delante. Posee una personalidad muy definida y creo ciegamente en él", comenta el técnico, Manolo Jiménez.
De su confianza en Varas pocos tienen dudas. Tras desgastar los guantes en equipos modestos de la provincia, se incorporó en 2005 al filial del Sevilla, dirigido en aquel entonces por el propio Jiménez. Cuando dos años más tarde se hizo cargo del primer equipo después de la marcha de Juande Ramos, Jiménez se convirtió en su mentor. Al final de aquella temporada, apostó decididamente por él. "Con Palop y Javi Varas la portería está más que cubierta", dijo el mister. El italiano De Sanctis, tercero en discordia, acabó siendo cedido al Galatasaray turco.
En este curso Varas ha sido titular en la eliminatoria de Copa ante la Ponferradina. En la Liga, sin embargo, ha vivido a la sombra de Palop, al que considera su referente. Y ha aguardado con calma su oportunidad. Precisamente, otra sanción a éste por acumulación de tarjetas amarillas le permitió debutar en Primera División el 17 de enero, ante el Numancia, en el Sánchez Pizjuán. Un debut en el que Varas estuvo "perfecto", según su compañero en la portería.
"En la pretemporada ya tuvo un rendimiento muy bueno en los torneos jugados, en los que demostró que era un suplente de garantía", explica Galeote. El actual miembro de la secretaría técnica del Sevilla le describe como "un portero muy ágil, rápido de reflejos y que intenta mantener a la línea defensiva alerta dando órdenes para anticiparse a las jugadas". Aunque reconoce que "su punto débil es el juego aéreo" porque "es un tema de coordinación que probablemente se debe a la falta de continuidad en el juego".
Esta noche, en el Camp Nou, ante el líder y frente a los ojos de Unzue, el que fuera su ídolo de la infancia, Varas se pondrá bajo los palos. El premio gordo a su paciencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de abril de 2009