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CARTAS AL DIRECTOR

Como un soldado imperial japonés

Arganda del Rey, Madrid

Ya bien acabada la Segunda Guerra Mundial, iban apareciendo en las pequeñas islas del Pacífico soldados imperiales japoneses que, equipados con sus antiguas armas, creían que seguían en lucha, estaban todavía dispuestos a dar su vida por el emperador y peleaban hasta con piedras con los que venían a rescatarles.

Como esos viejos soldados japoneses, el señor Aznar se empeña en seguir dando la batalla. El emperador ya no rige el destino del Imperio (George W. Bush está en su rancho) e incluso el Imperio (ultraliberal) se puede decir que está acabado. Pero el señor Aznar sigue impertérrito, luchando... Estados Unidos busca referentes en los sistemas de protección social europeos; quiere aplicar sistemas sanitarios públicos al estilo español; quiere ayudar a los desempleados hasta que encuentren un empleo.

Mientras, el señor Aznar, echando la culpa del desempleo a los propios desempleados, se fija en el modelo que los americanos quieren abandonar. El señor Aznar se ha quedado colgado de la brocha. Y ya no tiene escalera.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de abril de 2009