Corría 1916 cuando el intrépido coronel T. E. Lawrence alentaba la rebelión de los beduinos en Arabia. Cuentan que el avispado británico para ser uno más se descubría para acostumbrarse al sol, aunque alguna vez perdió la batalla y se desmayó. Mariano Rajoy no es Lawrence de Arabia, ni un revolucionario y ayer en el Palacio de Pedralbes buscaba refugio, aunque no por el polémico asunto de los trajes del PP valenciano. Escudado por Alicia Sánchez-Camacho, el líder del PP pisó la arena y sugirió a su adlátere: "Alicia, aquí lo que hay que hacer es buscar una sombra". Retraída la presidenta del PP catalán -tercer líder popular en las últimas tres ediciones de Sant Jordi, tras Josep Piqué y Daniel Sirera- repuso: "¿Estás seguro de que quieres ir a la sombra presidente?".
Rajoy, como si fuera el rey del pop, ofreció su mano, repartió besos y recogió todos los regalos que pudiera recibir. Y repartió consejos. A la consejera de Salud, Marina Geli, le espetó: "Tu consejería es la más difícil, porque lo más importante es estar vivo y luego, vivir bien".
Recibió un libro de un miembro del colectivo anti-Bolonia que prometió leer, una Biblia de fe mormona en catalán y la barretina del alcalde de Ogassa (Ripollès). También tuvo tiempo Rajoy para ser abucheado brevemente por seis personas en la Rambla de Catalunya. Mientras tanto compró para su mujer El hombre más buscado, de John Le Carré, quizá por conciencia. Sánchez-Camacho le regaló el libro de Crackòvia. Le gustó.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de abril de 2009