El papa Benedicto XVI se desplazó ayer a los Abruzzos, región del centro de Italia devastada por el seísmo del 6 de abril, que dejó casi trescientos muertos y mil heridos. El Pontífice, que visitó la zona por primera vez desde la tragedia, consoló a los supervivientes y pidió "casas sólidas" para las miles de personas que se han quedado sin hogar por la mala calidad de las construcciones. Dijo que es necesario "un serio examen de conciencia para que el nivel de las responsabilidades (...) nunca vaya a menos".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 29 de abril de 2009