No hace mucho, sus señorías del Parlamento Europeo acordaron equiparar sus retribuciones a las de los parlamentarios italianos, 7.000 euros al mes, al margen de sus países de procedencia.
En ese mismo Parlamento se regula que los trabajadores sean retribuidos de distinta manera realizando los mismos trabajos dependiendo del país del que procedan. En la Naval de Sestao, ya han surgido los primeros conflictos por el dumping que se genera. En vísperas de las elecciones europeas, cabría preguntarse si la Eurocámara tiene alguna sensibilidad por la situación de las clases trabajadoras.
En mi opinión, van a lo suyo, y aunque en apariencia se rasguen las vestiduras por la situación laboral existente en la actualidad, la realidad es que se la trae al pairo. A vivir que son dos días.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 29 de abril de 2009