La crisis se ensaña con las previsiones, por pesimistas que sean. Desde hace meses, los expertos, en sus pronósticos, tiran siempre por el escenario más lúgubre. Y, con precisión matemática, se quedan cortos: la realidad les corrige con más paro y menos actividad económica.
EE UU arrancó 2009 tan mal como cerró 2008. Su economía se contrajo en el primer trimestre un 1,6%, lo que equivale a una tasa anualizada del 6,1%, sólo dos décimas mejor que a final del año pasado. El desplome de la inversión empresarial y el deterioro de la vivienda eclipsaron el esperanzador repunte del consumo.
El problema de anunciar buenos beneficios en mitad de una recesión como ésta no es sólo decirlo, que ya es un compromiso ante el mercado, sino que te crean los inversores. Ayer, Alfredo Sáenz, vicepresidente y consejero delegado del Santander, tuvo crédito.
Había varias posibilidades y se ha escogido la más dura. En las últimas semanas, en el seno de Caja Castilla La Mancha (CCM) se discutía si aplicar de golpe en 2008 los beneficios por un crédito fiscal que tiene la entidad por pérdidas. De esta forma, los números rojos hubieran sido de 340 millones.