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Crítica:DANSA VALÈNCIA

Mente, amor

Fundada en Valencia en 2000, la compañía Krisis se propone desde sus orígenes fusionar el teatro y la danza en otra clase de género que integre palabra, gesto y movimiento. El propósito no supone ninguna novedad, aunque la compañía lo enfoca de una manera singular. En Psyke, que también cuenta, como ya parece lógico, con su apoyatura audiovisual, el pretexto argumental se centra en la frontera entre razón y desvarío, en un territorio un tanto desolado donde transita la supervivencia, y que apela a figuras como la merma de facultades mentales y la inocencia, por donde se cuela cierta reflexión sobre lo cruel y lo grotesco a partir de una cierta experiencia del sufrimiento. La dirección escénica es de Pep Ricart.

PYSKE

Psyke, de Cristina Fernández, por Krisis Teatro-Danza; y No pesa el corazón de los veloces, creación colectiva de Erre que Erre.

L'Altre Espai. Valencia.

Erre que Erre, por su parte, tiene en su haber el Premio Max de las Artes Escénicas de 2006 por Escupir en el tiempo, lo que consagró una trayectoria (nació en Barcelona en 1996) entregada a la creación colectiva como base de su trabajo. En No pesa el corazón de los veloces, con dramaturgia y dirección de Antonio Calvo, se ofrece una especie de exaltación del amor-pasión, lejos de los mitos más o menos melancólicos del amor romántico, muy potenciado por la actuación en directo de un grupo de rock (David Crespo, Miguel Aguilar y Roger Crespo) y por la grabación cinematográfica de Guillem Morales, que se integran en una ordalía de imágenes bailadas donde la fragmentación del movimiento no atenta contra la significación inmediata de lo que propone, en una creación enérgica, donde el amor es crudo porque, al contrario que los garbanzos, no siempre se resigna a cocerse en los pucheros de lo convencional. Quién sabe si al cabo no será todo lo mismo bajo el mandato del tiempo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de mayo de 2009