Se nos presentan, sobre todo por la televisión, neumáticos que pretenden hacer posible las barbaridades al volante, placeres de conducir a velocidades disparatadas y otros rendimientos automovilísticos. Se trata finalmente de incitar a jóvenes y no tan jóvenes a convertir las calles y las carreteras en lugares de aventura y de riesgo para propios y extraños.
Muchos tenemos hijos para los cuales el coche potente y rápido es ya un reclamo para el exceso, si es que no les hemos visto sobrevivir a un coche enteramente destrozado o, en no pocos casos, adquirir una discapacidad grave o morir en edad temprana.
Esta publicidad hace aún más difícil el cambio de mentalidad y nuestra tarea de conseguir que conduzcan de forma más razonable. Las técnicas de la infografía permiten además mentir impunemente fabricando imágenes con prestaciones portentosas en las que el coche, en lugar de ser un instrumento para desplazarse, es mostrado como una herramienta de exhibicionismo vano e incluso como un canal para el ejercicio vicario de la frustración y la violencia. Creo que los organismos competentes tienen la obligación de censurar este tipo de mentiras, que además pienso que contribuyen a aumentar los accidentes de tráfico de forma gratuita.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de mayo de 2009