A la hora de abordar un drama de amor otoñal como Nunca es tarde para enamorarse, la empatía que producen los protagonistas resulta primordial. No hace falta que los enamorados sean perfectos; de hecho, es mejor que tengan aristas como cualquiera. Pero de ahí a empatizar con un impresentable y una indolente, y una corte de secundarios entre lo excéntrico y lo egoísta, hay un trecho largo, sobre todo si la película va de clásico romance más grande que la vida, con ceremonia de por medio.
NUNCA ES TARDE PARA ENAMORARSE
Dirección: Joel Hopkins. Intérpretes: Dustin Hoffman, Emma Thompson, Eileen Atkins.
Género: romance. EE UU, 2008.
Duración: 92 minutos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de mayo de 2009