Dentro de mis reflexiones antisistema, oigo por ahí que la prensa de papel está en crisis, dicen que los periódicos no venden, dicen que la publicidad se estancó y que Internet mató a la imprenta como el vídeo a la estrella de la radio. Debe ser por todo eso, y también la edad, que ya está uno para un ERE incentivado, y el Euribor, Dios nos coja confesados, pero cada vez hallo y hallamos más refugio en las páginas salmón que salen los domingos en la prensa de todos los colores. A pesar de que la relación entre el salmón y la economía se basa en el color yo sostengo que hay algo más que anima la comparación: prueben a envolver las páginas de la evolución bursátil semanal con uno de esos pescados y comprobarán que no miento. En cualquier caso, digo, que además de los pellizcos dominicales de algún rancio episcopado, además del bando de algún alcalde nostálgico de la garrota y las centrales nucleares, veo a muchos lectores, cada vez más, que dejan atrás los best-seller del momento, abandonan súbitamente su comparecencia en Facebook y se van de cabeza a la columna de Paul Krugman o se internan en manuales de supervivencia, marketing guerrillero y autoestima, total, parece todo lo mismo. En fin que el profesor de Princeton y Nobel de Economía, con toda su coña y retranca, tanta que parece gallego, se ha convertido en una especie de gurú (desbancando a Chopra, Gala y Bucay) de una gran masa de lectores que ven cómo el sistema financiero no era más que un globo de hidrógeno y que los primeros síntomas de recuperación en Estados Unidos da a entender que muchas empresas simplemente no han contabilizado el periodo más negro de su historia. Inmerso en esa corriente del salmón, el pez que va siempre a contracorriente, consulto otro oráculo de los de aquí, y me encuentro con que las únicas empresas españolas que han tenido beneficios en el pasado ejercicio son, por este orden: una eléctrica, una funeraria y otra de tripas para embutidos (han oído bien, de tripas para chorizos).
La banca se parece cada vez más a Las Vegas y a sus luces de neón en el desierto
Me quedo perplejo un instante y luego razono: las míticas Fuerzas Eléctricas del Noroeste, en mi infancia un imperio semejante al del Sol Naciente, con Condesa y toda la pesca en la mítica ciudad de A Coruña, se apuntan un tanto tras la mediación del mago del balón Florentino Pérez y pasan a Gas Natural, la gasista que fue ninguneada por Endesa. Prosigamos: la funeraria, ya lo avanzábamos en una columna anterior, sigue al alza: los muertos quieren cada vez mejores instalaciones hoteleras en el más allá (A Toxa, Marina D?Or, Playa América o un paraíso equivalente) y el envejecimiento de la población contribuye. En cuanto a la famosa empresa de tripas para embutidos no tengo duda que está en un momento de plena efervescencia, y no por los chorizos de todo signo a los que el juez Garzón les ha puesto el lazo, sino por lo que comporta el chorizo en tiempos de crisis: un valor terrenal, inamovible, seguro.
Me preocupa, siguiendo con la reflexión antisistema, que la pobre banca siga en su erre que erre peculiar manteniendo dos supuestos como mínimo contradictorios y que pueden provocar un cortocircuito en cualquier parvulario: evaporar las ganancias y perseguir hasta la tumba a los morosos. Es decir, ¿dónde han ido a parar tan pingües beneficios de las últimas campañas o de aquellos tiempos en que hemos llegado a pagar hasta un 20%, sí, digo bien, un 20% de intereses para amortizar nuestras perpetuas hipotecas? Hemos reformado el ejército, la iglesia y varias cosas más pero no podemos hacerlo con la banca. Porque la banca, señores, y señoras, se parece cada vez más a Las Vegas y a sus luces de neón en el desierto, porque la banca nunca pierde porque sino no sería la banca.
Otro ejemplo más de chapa y pintura. ¿Se acuerdan del Audi que salvó a Aznar del petardazo etarra? ¿No fue el mismo que llevó a Feijóo a la presidencia de la Xunta? ¿Y por qué este último confió en Citroën? ¿A qué no entienden nada? Esto de la política empieza a convertirse en un tedioso juego de alternancia: es decir, Rajoy después de dos elecciones generales perdidas puede ganar a la tercera. Milagros hay y es cuestión de creerlos: el último del que puedo dar fe es la aparición de la Virgen de Fátima al pastorcillo Andrés Iniesta en la pradera de Stamford Bridge. Seguiremos transmitiendo el partido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de mayo de 2009