"Nosotros no queremos eludir nuestras responsabilidades, pero tampoco nos han dejado ninguna opción". La última vez que Graciela Méndez pagó su hipoteca fue en marzo de 2008, hace 14 meses.
Al principio, las mensualidades le costaban unos 700 euros, pero una rápida subida del Euríbor llegó casi a duplicar su cuota. "El banco se quedaba con casi todos los ingresos que entraban en casa", explica. La empresa para la que trabajaba presentó un expediente de regulación de empleo que tardó ocho meses en resolverse. Durante ese tiempo, Graciela estuvo trabajando pero sin cobrar. Después, fue despedida sin ninguna indemnización.
Desde entonces trata de renegociar su hipoteca, pero el banco "sólo acepta que me endeude aún más o que devuelva mi piso y tener que irme a Uruguay", algo que no desea. El banco ha interpuesto contra ella una demanda judicial y su piso entrará en subasta próximamente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 11 de mayo de 2009