Cada año lo mismo. En cuanto llega el buen tiempo y las calles se llenan de jóvenes cuerpos semivestidos como aparecidos del espacio exterior, pieles tatuadas hasta en la imaginación y andares displicentes de gente que se resiste a volver a sus madrigueras, en las redacciones sube el índice del estrés cultural hasta cotas que ni el Ibex 35 cuando la gente consideraba normal comprarse dos pisos porque, total, "las hipotecas se pagan solas y trabajo nunca me va a faltar". En fin, que cuando aún se acumulan sobre la mesa los libros no leídos comprados por Sant Jordi -¿quién dijo que la cultura no ocupa lugar?- comienza la época de los festivales, festivalitos y festivalotes, que en conjunto acumulan a la ya de por sí densa agenda cultural de la ciudad una sobredosis que casi provoca el colapso. En los próximos 15 días, por poner algunos ejemplos, habrá movidas dedicadas al cine digital, el videoarte, la poesía, el flamenco, el vídeo combativo, la música pop, los quinquis, el cómic...
Y es que de momento no parece que la crisis haya hecho mella en el ánimo de los colectivos e instituciones que provocan tamaña hiperactividad primaveral, lo que seguramente se debe a que el grifo de las subvenciones aún no se había cerrado el año pasado cuando estos eventos, por otra parte en exceso previsibles, comenzaron a organizarse... Mejor, por poco que se busque es fácil encontrar alguna actividad de interés fijo para gustos variables, y, lo que no está nada mal en los tiempos que corren, a precios asequibles.
Incluso gratis, como la Nit dels Museus que se celebra este sábado con la excusa de que así la gente le coge gusto a la cultura y al arte de manera entretenida y en muchísima compañía, incluso demasiada. Este año, además, será divertido ver qué pasa si coincide todo y los culés aprovechan la noche para celebrar la Liga, o no, más allá de Canaletes. Igual se animan a acompañar a los jugadores de coña del Crackòvia que -¡ya me gustaría verlo!- tendrán que cumplir el terrible "castigo" que les impuso el Guardiola televisivo por no haberla ganado la semana pasada, aprovechando la alevosía nocturna para visitar la colección que el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona habrá acabado de inagurar. No será tan duro, no crean. La liga artística no se diferencia tanto de la futbolística. Sólo hay que mirarlo deportivamente. No hace mucho que cambió de entrenador -al anterior lo fichó Madrid para gestionar un club millonario lleno de estrellas mediáticas- y está formando un equipo con algunas figuras de culto y jóvenes de la cantera que prometen. La Champions lo tiene difícil, pero la Copa... ¿quién sabe?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de mayo de 2009