La OSG acaba de cumplir 17 años, pocos días después de que su gerente, Félix Palomero, fuera nombrado director del Instituto Nacional de Artes Escénicas y Musicales. Se va un profesional de máximo prestigio en el país, que ya demostró su eficiencia solucionando la situación de la Orquesta Nacional, enquistada durante años. Su llegada a la OSG estuvo impregnada de sentido común. Observó su situación, valoró la opinión de los abonados y escuchó a sus músicos.
A las pocas semanas, la mayoría de éstos declaraban una gran mejora del ambiente laboral. El Comité Artístico de la OSG fue tomado en serio e incluso fue realmente escuchado por primera vez. El Consorcio mejoró su relación con las entidades culturales de la ciudad. La cooperación y ayuda sustituían a la vieja competencia desleal y las absorciones hostiles, como la fracasada organización de dos ediciones del Festival de Ópera de A Coruña.
Quien sustituya a Palomero debe tener el sentido común de no querer dejar su huella desde el primer día. La temporada 2009-10 ya fue presentada y la 2010-11 está diseñada, con el compromiso de directores invitados y muchos solistas, sólo a falta de encajar parte de las obras que se tocarán. La vieja máxima taurina de parar, templar y mandar debe ser aplicada por la nueva gerencia: parándose a comprender lo hecho, acomodando su movimiento a la realidad existente y decidiendo en consecuencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de mayo de 2009