El padre de Agustín Díaz Yanes era banderillero, el gran Michelín. Así que cuando el cineasta pasó de categoría técnica, es decir, de reputado guionista, con años de trabajo a sus espaldas y demostraciones constantes de talento, a director, no pudo resistirse y a su primera protagonista, encarnada por Victoria Abril, la hizo mujer de un miembro de la cuadrilla de Curro Vázquez. También Díaz Yanes es madrileño por los cuatro costados, y en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, su espectacular debut como realizador en 1995, hay toros y calles de Madrid, una receta que remata en el plano en la puerta de la plaza de toros de Las Ventas. Desde mañana y hasta el jueves, la Academia del Cine (Zurbano, 3) proyecta a las 18.00 los cuatro filmes dirigidos por Díaz Yanes. Alguno mejor que otro, pero todos interesantes, repletos de fuerza y de vida. En orden cronológico, el thriller ya mencionado, Sin noticias de Dios (el enfrentamiento entre el cielo y el infierno por un alma, con una callejera Penélope Cruz), Alatriste (la adaptación al cine del soldado español del siglo XVII creado por Arturo Pérez-Reverte) y Sólo quiero caminar (robos y mujeres peligrosas). Una oportunidad para revisar su filmografía y para disfrutar del carácter y la dureza de sus personajes femeninos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de mayo de 2009