Los británicos, tan aficionados a las tesis incontestables, han desarrollado la teoría de que AC/DC es una banda para tiempos de crisis. La demostración: a lo largo de 35 años de carrera los australianos han sido número uno en Reino Unido tres veces: en 1980, con la inflación en el 20% y dos millones de parados; en 1990, al borde de la recesión, y en 2008, con su último disco Black ice, en la peor crisis económica mundial en décadas. La explicación es que en tiempos de incertidumbre la gente vuelve a los sonidos básicos y sencillos. Algo conocido que les dé seguridad. Y el rock and roll jamás ha dado un grupo tan sencillo como AC/DC. Su líder, Angus Young, lleva desde el principio vistiendo de colegial. Y sus discos apenas han cambiado de sonido. Como decía el crítico de The Guardian Alexis Petridis "AC/DC sólo tienen una canción, pero ¡qué canción!". Algo de razón deben de tener porque, aunque en España siempre han contado con una legión de apasionados fieles, lo de este año rompe todas las previsiones: el 2 de abril reventaron el Palacio de Deportes y dos meses después, el 5 de junio, llenarán el Vicente Calderón. Es la banda que hay que ver. El concierto en el que hay que estar para fans acérrimos, gente a la que le gustaban sin más y esa pléyade de advenedizos que se apuntan a un bombardeo con tal de poder decir "yo estuve allí".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de mayo de 2009