Cuatro años después de surgir en París y convertirse en el rey de Roland Garros, Rafael Nadal cayó en su torneo favorito, ese que no había dejado de ganar desde entonces. Perdió en los octavos de final ante el sueco Robin Soderling, que le pasó por encima en cuatro mangas (6-2, 6-7, 6-2 y 7-6) y se convirtió en el primero en hacerlo en la competición francesa, en la que Nadal había ido liquidando uno a uno a los 31 rivales a los que se ha medido. "Luchar no es suficiente", declaró el número uno del tenis mundial, que se mostró más sorprendido por su propio juego que por el del adversario y que ya no podrá lograr la marca única de cinco títulos consecutivos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de junio de 2009