Insólito encuentro el de Tutankamón y el gótico. Claro que no es el Tutankamón de verdad. La impresionante exposición de copias de los tesoros del más popular faraón de Egipto (en la actualidad, porque hasta que lo encontró Carter no era sino un nombre oscuro perdido en un océano de arena y tiempo) ha recalado en el Museo Marítimo de Barcelona, donde podrá visitarse a partir del sábado y hasta el 6 de septiembre.
El falso brillo del oro del ajuar de Tut lanza destellos bajo las bóvedas de piedra componiendo una extravagante visión.
La exposición, que ha congregado a casi 600.000 personas en las ciudades en que se ha exhibido anteriormente (Brno, Munich y Zurich), reúne un millar de objetos que son copias más o menos afortunadas de los hallados en la tumba del rey, descubierta en 1922. Los responsables de la exposición, organizada por la empresa de macroconciertos y eventos alemana Semmel, destacan el valor pedagógico de la misma, pues permite visualizar cómo estaban emplazados originalmente los objetos en la tumba, comprender su función y vivir la emoción del hallazgo. Otra ventaja es que como son copias, pues no hay que protegerlas, así que no hay vitrinas ni barreras y te puedes acercar todo lo que quieras, incluso -si te atreves- a la momia de Tutankamón (falsa pero muy realista en su renegrida majestad).
Los objetos se muestran dos veces: la primera en escenografías que reproducen a tamaño natural los diferentes espacios de la tumba al investigarla Carter, y la segunda, expuestos individualmente. El recorrido se hace con audioguía y está apoyado por audiovisuales y una evocadora ambientación musical.
La exposición cuenta con el asesoramiento científico de varios egiptólogos internacionales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de junio de 2009