Quién les iba a decir a los Windsor los esfuerzos a los que les obligaría la crisis económica! Un comité de la Cámara de los Comunes ha pedido a Isabel II que, ante las crecientes dificultades para financiar el mantenimiento de Buckingham y otras instalaciones para su uso exclusivo, abra las puertas de palacio a las visitas turísticas. No se trata de una novedad para la familia real británica, que ya el año pasado, y previo abono de la entrada correspondiente, accedió a mostrar 63 días algunas de las dependencias en las que transcurre su vida cotidiana. La novedad, la dura novedad, reside en que esos 63 días ya no alcanzan para cubrir los gastos, y algún monumento, como el Mausoleo Real de Frogmore, ha sido declarado "edificio en peligro". Según las cuentas de los comunes, se trataría de ampliar el número de jornadas en las que el palacio permanecerá abierto al público para que crezcan, a su vez, los ingresos por visitas.
Por el momento se desconoce la reacción de la familia real británica, pero nada tendría de extraño que acogiera la medida con recelo. Y no porque se niegue a abrir Buckingham algunos días más, teniendo en cuenta que, mientras duran las visitas, siempre se podría retirar a otra de sus confortables residencias. La razón última de la desconfianza tendría que ver con los brotes verdes anunciadores del final de la crisis. Si los brotes existen, los Windsor podrían estar seguros de que el único sacrificio que les demandarán los comunes consistiría en mostrar el palacio algunos días más. Pero si la crisis va para largo, es lógico que se hagan cábalas sobre lo que podría venir después. ¿Se atreverían los comunes a pedirles, por ejemplo, que no sólo abrieran las dependencias, sino también que se exhibieran en ellas para aumentar el interés de los turistas?
Seguramente nadie piense que haya que llegar tan lejos. Aunque si las cosas vinieran mal dadas, habría que aguzar el ingenio. Al fin y al cabo, se seguirían respetando las diferencias de cuna. Mientras que al común de los mortales se le exige que se apriete el cinturón en tiempos de crisis, lo único que se pide de la familia real británica es que abra las puertas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de junio de 2009