Una medianera en la calle del Conde de Montornés de Valencia, en la línea de la típica y frecuente estética Sarajevo después de un bombardeo de los solares del centro de la ciudad, adquirió ayer el aire de gigantesco lienzo. Con la intervención Street art is the crime, del artista Escif, un colosal graffiti a base de carboncillo que aguantará solo hasta que la lluvia lo consienta, arrancó ayer la décima edición del Festival Internacional de Investigación Artística de Valencia, el Observatori. La pintura mural, a cargo de varios graffiteros de reconocido prestigio, será uno de los platos fuertes, pero el grueso del menú aguarda, por primera vez, en las Atarazanas. Allí, Blanco Añó, director del festival, ha preparado en colaboración con cinco galerías lo más vanguardista de las artes visuales, sonoras y escénicas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de junio de 2009