Lo más curioso de lo que dijo el otro día Juan José Güemes acerca de los brotes verdes y la marihuana es que no explicara si eso lo decía como pariente de Fabra, como ciudadano particular o como consejero de Esperanza Aguirre.
Si lo decía como pariente, se puede entender que lo hacía por venganza, porque los contrarios a su suegro están muy pesados ("el tío pesado": ésa es una frase de Camps sobre Zapatero; "el tío pesao", dijo exactamente) con las supuestas culpabilidades de su suegro.
Si lo decía como ciudadano particular, su referencia equivale a la de los acusicas de colegio o de instituto: "Señorita, que la niña está fumando", y además la niña está fumando marihuana.
Pero más grave que hacerlo como pariente o como ciudadano es haberlo hecho como consejero. Y además, como consejero de Sanidad. Si lo hizo como consejero de Sanidad, estaba cometiendo un descuido administrativo, pues tenía que haber enviado a sus inspectores:
"Que la superministra de Economía fuma marihuana".
Y debía haber añadido:
"Lo sospecho, eh, pero averigüen".
Y se habrían puesto a averiguar los inspectores de su brigada.
Habría sido interesante ver a esa brigada acercarse a los pasillos por los que circula la ministra, con sus walkie-talkies: "Ahora se nota, ahora no se nota".
En verdad, no sería extraño que la superministra haya fumado marihuana, o lo que fuera, a pesar de haber sido luego la ministra (de Sanidad, precisamente) que mandó a parar el fumeque en público.
Elena Salgado forma parte de la generación que ahora tiene sesenta años; algunas virtudes tiene esa generación, que fue glosada por EPS el domingo pasado. Entre otras cosas, entre porro y porro soportó la ceremonia gris de este país haciendo carreras contra el franquismo. El otro día le dijo Mayor Oreja a su contrincante electoral López Aguilar que mientras él luchaba por la democracia en Euskadi el político canario aprendía a tocar la guitarra.
Y además, con aprovechamiento, tenía que haber añadido. Pero los políticos le dan poco cariño a sus oponentes. En concreto, este Güemes ha puesto en un brete a la vicepresidenta Salgado. Claro que ella puede preguntarle si eso de la marihuana se lo ha dicho como consejero. Si es que no, ella se puede quedar tranquila porque al menos no le va a perseguir la brigada de olfateadores de costo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de junio de 2009