Yo, que sólo tengo 17 años, no puedo votar en estas elecciones, pero tengo claro que, si fuera mayor de edad, aunque sea por un domingo, madrugaría y ejercería mi derecho al voto. Con esto no quiero decir que haya que decantarse por un partido u otro, sino que, como ciudadana española y europea, aprovecharía uno más de mis derechos, como el derecho a la educación, a una vivienda digna, etcétera. Yo creo que ir a votar, aunque lo hagas en blanco, es una defensa de la libertad. Para que hoy podamos tener la opción de elegir a nuestros representantes de forma libre, mucha gente ha invertido parte de su vida o la ha perdido. Así las nuevas generaciones tienen la oportunidad de ejercer sus derechos con total libertad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de junio de 2009