Gordon Brown intentó ayer recuperar su maltrecho liderazgo con un paquete de propuestas para reformar la política británica, desde el sistema electoral a la necesidad de una constitución escrita, la recusación de los diputados culpables de desórdenes financieros, la externalización de los sistemas que regulan el funcionamiento del Parlamento o la introducción de la elección popular de los lores.
Los principales dirigentes del Partido Socialista francés (PS) se vieron el martes en un Consejo Nacional (miniparlamento del partido) celebrado a puerta cerrada que, tras los demoledores resultados de las elecciones europeas del domingo, se presentaba a cara de perro y con una clara tendencia al harakiri colectivo.
El líder libio Muammar el Gaddafi llegó ayer a Roma para ratificar el acuerdo bilateral de cooperación económica y migratoria con Italia, que zanja décadas de tensión entre la ex colonia y la ex metrópolis. Gaddafi, de 67 años, fue recibido por Silvio Berlusconi, de 72, en el aeropuerto, mientras en la calle se organizaban sentadas de protesta y manifestaciones.
José Sócrates, primer ministro portugués y líder del Partido Socialista, derrotado en las europeas del domingo, afrontará el primer desafío poselectoral con una moción de censura. El 17 de junio, la Asamblea de la República discutirá la iniciativa, presentada por el Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP) y que, probablemente, contará con los votos del Partido Social Demócrata (PSD).
Guantánamo comienza a vaciarse aunque con cuentagotas. Diecisiete presos chinos musulmanes, pertenecientes al grupo étnico uigur de la región autónoma de Xinjiang (extremo occidental de China), serán trasladados desde el centro de detención establecido en el interior de la base naval que Estados Unidos tiene en el Caribe, hasta el remoto Palaos.
La campaña electoral iraní se cerró ayer con nuevas acusaciones entre los principales candidatos, el actual presidente Mahmud Ahmadineyad y el reformista Mir Hosein Musavi. La tensión se elevó además al hacerse pública una inusual carta de Alí Akbar Hashemí Rafsanyaní (presidente entre 1989 y 1997) al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.