Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

Gas escenifica las mentiras del éxito en 'Muerte de un viajante'

La sociedad estadounidense ha montado su sistema sobre una filosofía del éxito que exalta a los triunfadores y condena sin remisión a los perdedores. Ahora bien, pocas veces ese lado oscuro de los que caen a la cuneta, esas mentiras del éxito, se han mostrado de una forma tan despiadada y tan lúcida como en Muerte de un viajante, la obra teatral que Arthur Miller estrenó en febrero de 1949 en Broadway. Esta pieza creó además uno de los personajes universales que el teatro del siglo XX ha dejado para el futuro: un vendedor de nombre Willy Loman que retrata magistralmente un fracaso que va desde la mujer y los hijos al trabajo o los amigos.

En tiempos de prejubilaciones y expedientes de regulación de empleo la parábola de Muerte de un viajante alcanza toda su crudeza, pero esta historia de la posguerra norteamericana demuestra su verdadera fuerza porque mantiene su validez en cualquier tiempo y lugar. "Jamás imaginé que adquiriría las proporciones que ha tenido", comentó Arthur Miller, "era una obra literal sobre un vendedor, pero luego se convirtió en un mito no sólo aquí, sino en muchas partes del mundo".

El director Mario Gas se ha atrevido a llevar a escena esta obra maestra, estrenada anoche en el teatro Español de Madrid, y ha logrado un espectáculo innovador y clásico, al mismo tiempo, donde juega a través de pantallas y de plataformas móviles con una estética del mejor cine de los años cuarenta y cincuenta. Con una traducción de lujo de Eduardo Mendoza y un reparto donde sobresalen Jordi Boixaderas, Rosa Renom, Pablo Derqui o Camilo García, esta versión completa de Muerte de un viajante, de tres horas de duración, está destinada a ser uno de los atractivos teatrales de Madrid hasta el 2 de agosto que permanecerá en cartel.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de junio de 2009