El lobby nuclear está revuelto, la posibilidad del cierre de la central nuclear de Garoña es todo un símbolo. Por ello la sociedad civil, animada por organizaciones ecologistas e incluso algún grupo político, está en pie. Zapatero tiene una patata caliente en sus manos. Incluso los que no le hemos votado le vamos a exigir que se defina y que se defina recordando sus promesas. Los argumentos de los pronucleares son los de siempre, y como siempre, son engañosos.
No voy a enumerarlos, ya los conocemos de sobra. Los antinucleares tenemos muchos argumentos también, y también conocidos. Pero uno es fundamental: la energía nuclear hipoteca el futuro del planeta. Sus residuos persisten milenios y si se produce un accidente nuclear, se acabó. ¿Nucleares? ¡No, gracias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de junio de 2009