Dos patadas a destiempo e irreflexivas determinaron un duelo entre dos selecciones conservadoras, preocupadas en abrochar su portería y destensadas a la hora de desmenuzar al rival. Venció Italia, actual campeona mundial, que tiró de Rossi, norteamericano de nacimiento pero azzurro de sentimiento, para revolcar a Estados Unidos, con más fútbol pero menos oficio.
Estados Unidos rehúsa las complicaciones; se defiende de uñas y aguarda la inspiración en la zona de tres cuartos, donde se despliegan Donovan y Dempesey, los únicos que se saltan un guión bien estructurado. Porque es un equipo de lo más ordenado, con seis futbolistas por detrás de la pelota y dos líneas apretadas para abotargar la medular y desdibujar la capacidad de reacción del contrario. Su punto fuerte, en cualquier caso, es la presión avanzada. Aunque Altidore y Bradley desaprovecharon dos robos al ejecutar mal el golpeo con la zurda, que la tienen para apoyarse. Todo, a pedir de boca hasta que a Clark se le cruzaron los cables y soltó la primera patada. Su entrada no fue dura porque pegó con el empeine. Pero sí criminal porque se desentendió del balón y atacó la rodilla. Lo vio el árbitro y le expulsó al tiempo que Italia respiró aliviada. Un espejismo: Legrottaglie la lio con la segunda patada, al muslo de Altidore y dentro del área. Donovan, desde los once metros, no falló.
ITALIA 3 - ESTADOS UNIDOS 1
Italia: Buffon; Zambrotta, Legrottaglie, Chiellini, Grosso; Gattuso (Rossi, m. 56), De Rossi, Pirlo, Camoranesi (Montolivo, m. 56); Gilardino (Toni, m. 68) e Iaquinta.
Estados Unidos: Howard; Spector, Demerit, Onyewu, Bornstein (Kljestan, m. 85); Clark, Bradley; Feilhaber (Beasley, m. 72), Donovan, Dempsey; y Altidore (Davies, m. 65).
Árbitro: Pablo Pozo (Chile). Amonestó a Bornstein y Grosso. Tarjeta roja directa a Clark (m. 32).
Goles: 0-1. M. 40. Donovan, de penalti. 1-1. M. 58. Rossi. 2-1. M. 71. De Rossi. 3-1. M. 90. Rossi.
Loftus Versfeld: 40.000 espectadores.
Física y deslucida con el balón controlado, Italia funcionó atrás, pero se paralizó en los últimos metros. Con Pirlo y De Rossi desconectados por la presión rival, el balón apenas cortó el césped. Fue por el aire, buscando la envergadura de Gilardino e Iaquinta, tan astutos en el juego aéreo como torpes con los pies. Pero no alcanzaron el área en posiciones cómodas. Tampoco surtió efecto la táctica de estirar a los laterales, a Grosso y Zambrotta, y menos decidieron las jugadas a balón parado, una de las armas más fructíferas para la versión roñosa de Italia, alejada de la exhibida en 2006 y acorde con la Eurocopa pasada. Sólo Rossi llegó a tiempo.
La primera bola que cazó Rossi fue un zurdazo desde fuera del área, ajustado al palo y lejos del portero. Gol. Después, con Estados Unidos ahogado por el cansancio, De Rossi solventó. Otro disparo lejano que también lamió el poste. Y Rossi redondeó con otra diana a pase de Pirlo. Lo justo para batir al rival. Al más puro estilo italiano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de junio de 2009