Resulta reconfortante oír una crítica de Felipe González a su partido. Una crítica hacia una determinada manera de entender la última campaña electoral, por ejemplo.
Pero también otra crítica. Me refiero a la que le ha dirigido a Zapatero, que señalaba fundamentalmente a los aspectos de la crisis económica que no deberían demorarse más.
Es algo básico. Estar hablando de consensos durante meses, y no lograrlos, paraliza la labor, la acción del Gobierno. Un Gobierno está para gobernar. Si es con el consenso, mejor; pero si no lo es, la cosa está clara: hay que actuar de inmediato, teniendo las cosas claras, destacando las prioridades para que el mercado se robustezca. En realidad, Felipe iba por ahí en su crítica (tan poco frecuente dentro de los partidos). Si no se crea riqueza, a la par que se ponen las bases de un nuevo desarrollo productivo más cercano a las tecnologías avanzadas, quedaremos otra vez, como una maldición histórica, rezagados respecto a nuestros competidores.
No es hora de dormir al personal con largas charlas sobre filosofía política. Es hora de actuar, algo que también está ligado con la filosofía política.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de junio de 2009