Es extraño para el novato, pero resulta agradable sentir cómo pasan las páginas en el iPhone, sobre todo cuando se aprende a hacer la pinza con los dedos. Sin embargo se echa de menos la cámara del Nokia y sus cinco megapíxeles. El menú no es mejor ni peor. Es una simple cuestión de costumbre. Los nokios llevamos mucho tiempo acostumbrados a lo nuestro, pero todavía tenemos capacidad de sorpresa. Me sorprende del iPhone su pequeño editor de vídeo que permite elegir los fotogramos o la facilidad con que se abre la brújula y se sitúa en el mapa. En la mano, el iPhone pesa menos, pero el teclado físico del Nokia no tiene competencia.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de junio de 2009