Tras ese gusto por la procacidad verbal que Clerks (1994), su ópera prima, ya convirtió en seña de identidad de su estilo, Kevin Smith esconde, en el fondo, a un puritano. Es decir, a alguien cuya relación con el sexo resulta muchísimo más interesante -por problemática y contradictoria- que la del sátiro libre de todo sentido de culpa. Resultaba, pues, prometedor que el cineasta abordase el tema de la pornografía: ¿Hacemos una porno? se revela, no obstante, un jarro de agua fría, que se abre proponiendo el ejercicio de la obscenidad-espectáculo como estrategia de supervivencia en tiempos caninos y acaba abogando por el menos desestabilizador uso del cine X, entendido como herramienta de fantaseo controlado para fortalecer la cohesión monógama. Quizás no había que pedir peras al olmo. Con todo, ¿Hacemos una porno? mantiene ecos del brillante Kevin Smith que fue, progresivamente diluidos a lo largo de una trama que funciona con piloto automático, sucumbe al determinismo narrativo de su género -¿conviene subrayar que estamos ante una comedia romántica casi canónica?- y revela a un ex joven león del cine indie reconvertido en funcionario de sí mismo.
¿HACEMOS UNA PORNO?
Dirección: Kevin Smith.
Intérpretes: Elizabeth Banks, Seth Rogen, Craig P. Robinson, Traci Lords, Katie Morgan, Jason Mewes.
Género: comedia. EE UU, 2008.
Duración: 101 minutos.
La historia de Zack y Miri -dos casos de libro de la generación de la inmadurez que nunca han contemplado sus posibilidades como pareja- arranca con incisivos apuntes sobre las famas de la era YouTube y logra, por lo menos, una memorable composición cómica en la figura de una estrella del porno gay que esquiva el arquetipo. Cuando los personajes se disponen a rodar su película X, todo deviene previsible y, lo que es peor, escasamente divertido. Al pornófilo le queda el aliciente de comprobar lo bien (o no) que ha madurado la aquí secundaria Traci Lords.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de junio de 2009