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Reportaje:

El fantasma del Sónar que viene al trote

Curioso rodaje de un filme para la imagen del próximo año

Un caballo montado por un fantasma -a la vieja usanza: forma humanoide y una sábana blanca con dos agujeros cómo ojos- se dieron una vuelta hacia las dos de la madrugada del viernes al sábado por los pasillos del Sónar nocturno. Bueno, primero fueron dos los fantasmas que aparecieron montados encima de un noble caballo de raza árabe, moteado gris, y con cola y crin negras. Pero parece que el techno no es buen hilo musical para un paseo hípico, pues a medio camino el caballo resbaló, artísticamente eso sí, y dejó en tierra a un fantasma que, para mayor susto, llevaba una cámara de vídeo en la mano. El corcel, como si fuera una modelo de pasarela, se levantó presta y finamente. No hubo heridos de gravedad.

¿Y por qué todo esto? Pues, nada más y nada menos que para grabar imágenes para la promoción de la edición del Sónar del año que viene. Un poco más que eso, para esbozar la imagen simbólica del próximo festival de música avanzada de Barcelona. Simbolismo casi surreal que hacía que volara la sombra de Salvador Dalí y que se notara cierto aroma a Fura dels Baus. Todo más discreto, más minimalista.

Para ello, Sergio Caballero -uno de los integrantes del tridente que dirige el Sónar y la cabeza pensante de su imagen- rodeó la escena de cámaras, y de monitores de equitación, y llevó al caballo y su jinete por las zonas comunes de la Fira 2. El resultado es una mezcla de Sleepy Hollow y los personajes de las Ánimas becquerianas. Al jamelgo nadie le preguntó, pero parecía más cómodo delante del SónarLab, quizá por lo de experimentar.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de junio de 2009