Los sindicatos empiezan a reconocer que el conflicto del metal en la provincia de Pontevedra, que ayer cumplió 14 días, pone a determinadas empresas "en una situación cada vez más al límite". Miguel Anxo Malvido, de CIG, lo mencionó durante la asamblea de trabajadores de ayer en la Praza do Rei de Vigo, una cita que parece ya un ritual. Fue ante los 2.000 operarios que secundaron las movilizaciones, que han pasado de ser parciales a durar toda la jornada laboral. Según las centrales, los astilleros (todos tienen convenio propio) están presionando a las empresas auxiliares para que lleguen a un acuerdo: "Pero éstas, en vez de tomar nota intentan extorsionarnos". "Vamos a tener que resistir con firmeza para ganarle el pulso a la patronal", aseguró Malvido.
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Fue una protesta pacífica, aunque rodeada de fuertes medidas de seguridad: cerca de 20 furgones antidisturbios siguieron de cerca a los manifestantes, que bloquearon una de las principales salidas de la autopista AP-9. Se vivieron momentos de tensión cuando un grupo de jóvenes consiguió aislar a un miembro de las fuerzas del orden al grito de "si tienes un hijo subnormal, hazlo policía nacional". De madrugada, un artefacto causaba daños de escasa consideración en la sede de Foncalor, que agrupa a las empresas de fontanería, lo que provocó reacciones de repulsa en los sindicatos y la patronal. El conflicto también fue valorado por Alberto Núñez Feijóo, que lamentó "la mala imagen que se está dando al resto de España".
Feijóo explicó a Europa Press que "algunas cuestiones" que se están planteando son en su opinión incomprensibles, como la petición de una subida salarial "muy por encima" de la que reclama el sector en otras provincias.
Tras un fin de semana perdido, según CC OO, por culpa de que los empresarios no quisieron negociar, la mesa se volvió a reunir ayer. Al cierre de esta edición no se había alcanzado ningún acuerdo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de junio de 2009