Como Sant Jordi, Sant Joan tampoco se ha librado de la crisis económica que azota a la mayoría de los hogares catalanes. La gente optó anoche por celebrar la verbena del solsticio de verano en los espacios públicos -plazas, calles y playas- alrededor de fogatas, con cava y la típica coca, y prescindió de acudir a restaurantes, que notaron un descenso en la clientela. Una de las noches más festivas y ruidosas del año sembró de hogueras Barcelona y todas las poblaciones catalanas, y en el Pirineo se realizaron las tradicionales procesiones de antorchas.
En Barcelona, por ejemplo, se organizaron más de 60 verbenas populares, pero los jóvenes prefirieron acudir en masa, siguiendo la tradición, a las playas de la Barceloneta y esperar el alba hasta ser desalojados por la Guardia Urbana. La policía local aseguró ayer al cierre de esta edición que "la ciudad está tranquila" y que no había ocurrido "nada raro". Tras la Guardia Urbana, patrulló un batallón de trabajadores de la limpieza municipal (175 operarios y 58 vehículos).
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de junio de 2009