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Las cañerías ocultas del cine que más emociona a Urbizu

Las imágenes de una cañería por la que se desliza el agua en las primeras escenas de House by the river (1950), de Fritz Lang, como preámbulo sensual, como metáfora de la posible seducción de la mujer que se baña en el piso de arriba, constituyen un hallazgo, una inspiración para un realizador. "Son películas para directores, para pensar el fondo y la forma". El realizador vasco Enrique Urbizu (Bilbao, 1962) argumentó así ayer los criterios con los que ha seleccionado las 17 películas del ciclo Cuadernos de Rodaje de Cinema Jove. Un ramillete de obras maestras de genios como Murnau, Walsh, Lang, Cimino, Laughton y Welles, entre las que destacó "dos miniaturas gigantescas", Un día en el campo (1936), de Jean Renoir, y Barco a la deriva (1935), de John Ford.

"¿Cómo cuentas el final de 'Mouchette' con palabras? Es imposible. Es cine".

Urbizu reconoció que su selección "es el autorretrato de uno mismo". "Pero no tiene vocación de canon", explicó el director, implicado en la docencia en materia de cine. Profesor, a veces, de "chavales para los que el cine ha nacido con Tarantino".

Preguntado por qué ha seleccionado las últimas obras de algunos de esos genios, argumentó que "la sencillez con la que algunos cineastas llegan a la madurez es pasmosa". Y lo definió con una frase: "Cuando pinta el mismo río con una sola línea". Aunque también reconoció que a otros se les va la cabeza en la vejez o que "confunden la austeridad con la vagancia".

No ha incluido a Alfred Hitchcock, "un genio", pero superado por Lang: "Nunca he llorado, ni he salido con las rodillas temblando, ni me he enamorado con sus películas". Pero sí apuesta por Mouchette, (1967), de Robert Bresson. Un filme que consideró irrenunciable. Así, puesto que la idea del ciclo le pareció "estupenda", propuso volver en 2010: "Repetimos Amanecer [de Murnau, 1927] y Mouchette y traemos otras 15", bromeó. El realizador explica que el ciclo sirve para admirar películas que "ya no se ven nunca, ni en televisión" y que sirven "para combatir la idiotez generalizada con la que nos abruma el cine comercia". Aunque reconoció que "suelen dar más dinero las películas obvias". Y eso está bien si lo que se busca es una casa con piscina.

De hecho, para Urbizu no hace falta entender una película en una primera lectura: "¡Qué manía! ¿Delante de un Pollock qué tienes que entender?" Y eso es lo que Urbizu pretende plasmar en su ciclo, lo intangible a la luz de una pantalla: "¿Cómo cuentas el final de Mouchette en palabras? Es imposible, es exclusivamente cine".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de junio de 2009