El presidente del Gobierno, en su justificación del posible cierre de la central de Garoña, ha cometido errores enormes. Sostiene que sólo hay una central en construcción cuando hay varias decenas; que prorrogar la vida de una central es la excepción cuando resulta ser la norma; y así casi todo. El presidente no tiene por qué ser experto en infinidad de temas sobre los que ha de tomar decisiones, pero debe saber asesorarse.
No sé (sí sé) quiénes le aconsejan en temas nucleares, pero obviamente le están haciendo un servicio deplorable. En muy poco tiempo se podría elaborar una lista de 100 expertos nacionales y europeos ajenos a la industria nuclear para que el presidente elija a quien desee consultar. Respecto a los militantes antinucleares que se han incrustado en diversos órganos del partido y el Estado, recomendaría al presidente que les pidiese sus currículos, no vaya a ser que resulte muy dudoso que sepan algo de energía y menos de energía nuclear. Y que recuerde en todo momento que si los sabios desaprueban, malo, y si los necios aplauden, ¡peor.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de junio de 2009