Cada vez que los mafiosos de ETA destrozan familias me surgen, tras la rabia, las mismas preguntas: ¿Es necesario que nuestras fuerzas políticas, ya sea el presidente del Gobierno, el líder de la oposición o el lehendakari, salgan a condenar el asesinato? ¿No es dar cierto barniz político al criminal etarra al diferenciarlo del resto de los que se pasean por nuestro país? ¿No nos dice aún la experiencia que los asesinos de ETA son sólo eso, asesinos, y que nada cambia el hecho de que les apoye más o menos gente? ¿No deberían los medios de comunicación dar el mismo tratamiento a todos los asesinatos? ¿Volveré a preguntarme estas cosas ante el siguiente acto troglodita de los terroristas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de junio de 2009