No, no es muy bonito. El teleférico suena a una cosa muy antigua, un cacharro de feria oxidado donde ya no se monta nadie, unas cortinas estampadas en un piso de diseño. Y sin embargo ahí sigue 40 años después de su inauguración. Lo construyó la compañía suiza Von-Roll en un año y se abrió al público con banderines para presentarlo como una atracción moderna para los turistas. Pasado el tiempo, el teleférico sobrevuela las vías del tren entre Pintor Rosales y el Parque de la Florida. Nadie sabe muy bien qué es lo que tiene ese artilugio para seguir ahí desde entonces. Pero algo tendrá cuando todavía hay gente que lo escoge como escenario fotográfico para posar y luego poder decir: "Estuve en Madrid". Y puede ser simplemente eso, que desde allí se ve todo Madrid.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de junio de 2009