Uno de los acantilados de la montaña de Montjuïc, el del Morrot -desde el cementerio hasta el faro- será reserva natural; formalmente, porque en la práctica ya lo es tras convertirse en el hábitat de un número importante de especies -sobre todo cernícalos y halcones- que fueron colonizando ese territorio escarpado cuando dejó de ser cantera. El acantilado muere sobre un terreno de unas seis hectáreas con una calificación urbanística de servicios técnicos y cuya conversión en reserva natural impulsa ahora el Ayuntamiento de Barcelona después de una larga reivindicación de diferentes entidades ecologistas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 30 de junio de 2009