Estos días se ha celebrado en Barcelona la Semana de la Economía Cooperativa. La misma semana en que parece que estamos de enhorabuena porque vuelven a venderse coches gracias a incentivos públicos millonarios. Esta segunda noticia ha tenido un eco mucho mayor en los medios de comunicación que la primera. Lo que demuestra que seguimos más preocupados por recuperarnos que por cambiar. Las cooperativas y la economía social no son ninguna novedad. Pero sí lo es que en todo el mundo se perciba un renovado interés por una forma de organización económica mucho más democrática, sostenible y solidaria que las formas mercantiles convencionales. Y es también noticia que, al lado de las ya clásicas cooperativas agrarias en notable proceso de renovación, aparezcan nuevas cooperativas en los ámbitos de generación del conocimiento y de organización avanzada de profesionales. Procesos abiertos y creativos como los que muestran las plataformas wiki y la cultura basada en las licencias commons encuentran mucho mejor acomodo en estructuras organizativas de cooperación empresarial que en las clásicas y jerárquicas vías de dueño-accionistas-asalariados.
Seguimos más preocupados por recuperarnos que por cambiar
En Cataluña se esta preparando una nueva ley de regulación de las cooperativas que pretende, con acierto, facilitar su creación y su consolidación. Es importante que ese esfuerzo de puesta al día no diluya las características diferenciales de un sistema de producción económica que parte de la participación igualitaria de los trabajadores en la dirección de la empresa y en las decisiones estratégicas de la misma. Una participación entendida como condición esencial de la forma de producir, distribuir y decidir, y no sólo como una mera herramienta de gestión concedida y concebida desde la jerarquía. Las cooperativas y las otras formas de organización de la economía social pueden ser hoy fórmulas empresariales que expresen maneras modernas y transformadoras de entender la producción, mucho más sostenibles, arraigadas y solidarias que las que hoy día conocemos, atentas sólo a despedir, ahorrar y trasladarse a nuevos destinos más rentables. Mientras toda la atención de las instituciones públicas y de los sindicatos se centre en qué nuevo "coche 4 x 4" podemos producir, no avanzaremos demasiado en construir otro modelo productivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de julio de 2009