Tal como ha explicado el jefe de la diplomacia británica, David Miliband, ahora ya todos saben que sir John Sawers, el próximo director del MI6, utiliza un bañador tipo speedo: ajustado, lo que hace años se llamaba aquí braga náutica. Los árbitros de la moda ya discuten si es el apropiado para el que será en noviembre máximo responsable de los servicios secretos externos de Reino Unido, habida cuenta de que desde los legendarios éxitos de James Bond la elegancia y la sofisticación han sido marcas de la casa.
Lady Shalley Sawers, la esposa de sir John, ha volcado en su página personal de Facebook un montón de fotografías familiares. La de su marido con su atrevido slip es sólo una de ellas. Hay otras en las que éste aparece sonriendo con su hija y sus hijos o posando con las novias de éstos... Junto a las imágenes, hay también información diversa: dónde vive el próximo jefe del espionaje británico, cómo se lleva con su padre, quiénes son sus amigos y, si gusta de un poco de morbo, incluso se cuentan las relaciones de un medio hermano de su mujer con un historiador filonazi.
Si hace unos años un aura de secretismo y misterio rodeaba las cuestiones que tenían que ver con los servicios de inteligencia de cada país, ahora la moda es la transparencia. En España se ha hecho hace un poco un ensayo general para airear que dentro del CNI se estaban dando mordiscos; el show se prolongó hasta que dimitió su máximo responsable. La puesta en escena que se ha hecho aquí tiene mucho de Torrente. En Reino Unido se ha querido, a través del bañador, buscar el punto Bond.
En Tu rostro mañana, la novela donde Javier Marías se adentra en las oscuras y turbias maneras con que operan estas agencias, se contaba que los servicios secretos pasaron una mala racha entre la caída del Muro de Berlín y el atentado de las torres gemelas: como no había un enemigo claro, no tenían trabajo. Toca saber por qué ahora están cambiando sus maneras. Sir John Sawers conoce muy bien la cuestión nuclear en Irán. ¿No será que con tantas sonrisas familiares quiere decirles a Ahmadineyad y compañía que somos buenos y que no le hace falta la bomba? Nuevos tiempos, nuevo estilo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de julio de 2009