Animada por la publicidad del Teatro Real, que con reclamos publicitarios como "Comprar tu entrada es realmente fácil" o "Ahora no tienes excusa", anima a los melómanos a comprar entradas por teléfono, Internet y en taquilla, empiezo a llamar al teléfono correspondiente a las 10 menos un minuto del día indicado para la compra de abonos generales (el pasado martes), y así hasta las 14.00. Han sido cuatro horas de llamar casi ininterrumpidamente sin suerte, ya que el teléfono comunica permanentemente.
Me doy cuenta de que el sistema es el mismo de siempre: se distribuyen los abonos entre las empresas y los enchufados, muchos de los cuales después ni aparecen por ahí, y lo que queda es lo que se pone a la venta mediante un servicio telefónico que no sirve para nada.
Díganme qué sentido tiene comprar unas entradas para ir a ver ópera si las entradas que quedan no tienen visibilidad ninguna porque son laterales.
¿Y cómo es posible que aquí se anuncie un sistema que evidentemente no está dotado del personal suficiente como para atender al público en la taquilla y por teléfono a la vez?
Por lo menos antes sabía a qué atenerme, pero ahora con lo de "Comprar tu entrada es realmente fácil", la verdad es que caí en la trampa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de julio de 2009