Acabo de regresar de un viaje por Escocia. Desde Edimburgo a Inverness, pasando por Glasgow y la preciosa isla de Skye, he comido y cenado en diversos restaurantes y disfrutado de las noches en sus pubs. Nadie, absolutamente nadie, fuma dentro de estos locales y no hay espacio reservado para fumadores. Si quieren fumar, han de hacerlo fuera del local, y ojo con tirar el cigarro al suelo: la multa es de 200 libras (unos 230 euros). Y puedo asegurar que los locales están llenos.
He viajado por otros países de Europa, y España es el único país que no respeta esta normativa. Spain sigue siendo different. Así nos va.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de julio de 2009