Lo importante de la nueva financiación no sólo son las cifras, sino también a qué se va a destinar. Siempre que sea para mejorar la educación, la sanidad y los servicios sociales, nada hay que objetar.
El problema surge cuando ERC ya anuncia que buena parte de los millones de la financiación va a ir destinada a su particular política lingüística, es decir, a financiar entidades del entorno nacionalista e independentista que viven desde hace años cómodamente instaladas en el amiguismo y las subvenciones.
No creo que éste sea el buen camino. El dinero se debería dedicar a mejorar la calidad de vida del conjunto de los ciudadanos y no a engordar las cuentas corrientes de un selecto grupo de entidades amigas de ERC.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de julio de 2009