A nadie parece importarle la insostenible situación que se vive en Chechenia, prácticamente olvidada por los medios de comunicación y por la comunidad internacional, que mantiene un inexplicable silencio.
El último episodio ha sido el asesinato de Natalia Estemírova, una periodista y activista en favor de los derechos humanos, que se documentaba sobre los secuestros en Chechenia. No hay que olvidar que hace menos de tres años también fue asesinada Anna Politkóvskaya, otra periodista que sacaba a la luz los abusos cometidos en la región.
Es irrisoria la supuesta "normalización" que vende Moscú. Su Ejército ha sido sustituido por miles de hombres armados, a las órdenes del presidente prorruso Ramzán Kadírov, que campan a sus anchas y actúan con total impunidad.
Los secuestros, los asesinatos y las torturas continúan y apenas quedan resquicios para la esperanza. El acceso a periodistas independientes es muy limitado y ya vemos lo que ocurre a quienes intentan alzar la voz. A este problema, como a tantos otros que se dan en la actualidad, se le puede aplicar lo dicho por José Ortega y Gasset: "Toda realidad que se ignora prepara la venganza".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de julio de 2009