En otros tiempos, los 13.600 millones de dólares (9.561 millones de euros) en beneficios anunciados por Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Bank of America y Citigroup habrían sido motivo de celebración. Pero con el paro cerca del 10% y millones de estadounidenses a riesgo de perder sus casas, estas ganancias generan rabia en Washington.
El presidente Barack Obama, en una entrevista emitida por la cadena pública PBS, lamentó que a estas alturas los bancos -que recibieron masivas inyecciones de dinero público- no hayan mostrado "remordimiento" alguno por los "riesgos excesivos" que adoptaron, y que están en el origen de la crisis actual, de la que considera que ya ha pasado lo peor. "Wall Street actuó de una manera irresponsable y estuvo a punto de arrastrar a la toda la economía a una depresión", indicó, mientras explicó que el Gobierno no tuvo otra salida que intervenir para estabilizar el sistema. Y para evitar que una situación similar se repita, propuso en junio una reforma del marco regulador.
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En esta nueva estructura, la Reserva Federal tendría nuevos poderes para supervisar a las grandes firmas financieras. Pero el problema para Obama es que, después de todo lo sucedido, aún no tiene "la sensación de que haya habido un cambio de cultura o de comportamiento" en el mundo de las finanzas.
Por eso, los cambios que propone "son tan importantes". Y en este sentido espera conseguir que los accionistas tengan capacidad de hacer escuchar su voz antes de que los bancos concedan premios multimillonarios a sus ejecutivos.
Obama admitió que en este momento tiene menos poder de influencia sobre los bancos que, como Goldman Sachs y JP Morgan Chase, devolvieron los fondos públicos movilizados en otoño.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de julio de 2009