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Jazz... y otras cosas en San Sebastián

Aquí todo el mundo parece tenerlo claro. San Sebastián, afirman organizadores y patrocinadores, se mira en Montreux, y en el festival de esta localidad suiza hay jazz y otras cosas, cada vez más otras cosas y menos jazz. Pues bueno. Uno puede subsistir escuchando otras músicas, aparte de jazz. Distinto es que le hagan a uno asistir al encuentro con la tercera generación de Buena Vista Social Club a hora tan inhóspita como las seis de la tarde. El crítico pudo sentirse como Alberto Contador subiendo el Tourmalet con 36 grados a la sombra, algo inhumano. Quién nos iba a decir que en pocas horas tendríamos que echar mano del pullover.

Y es que en la plaza de la Trinidad, la Trini para los amigos, y de noche, hay quien migos, y de noche, hay quien ha pillado una pulmonía sin remedio. Además, estaba Esperanza Spalding, que es como un soplo de aire fresco aunque su música actual, a un servidor, se le escurra entre las manos cual nieve en primavera. Esos ritmos sinuosos venidos de ninguna parte que terminaron por perderse en la inmensidad de la noche donostiarra, favorecidos por un sonido que no está a la altura del festival.

La guapa contrabajista y cantante dio rienda suelta a las composiciones que pueblan su último disco, Esperanza, las mismas que entonó ante el mismísimo Barack Obama en la Casa Blanca. Es de suponer que allí pudo escucharse algo. La cosa no es que mejorara mucho con la actuación subsiguiente, pero al menos a Randy Weston pudo oírsele con algún detalle; a él y a quienes le acompañaban, incluyendo un coro de intérpretes y bailarines gnawa marroquíes. Curioso espectáculo, en el que el octogenario pianista apenas tuvo tiempo para insinuarse como tal, y los invitados venidos desde lejanas tierras pisaron el escenario un cuarto de hora, si es que llegó. Y sin embargo, la cosa funciona de algún modo extraño y deslumbrante. Weston predica con el ejemplo en piezas como Blue Moses, The healers, African cook book...

Su "vuelta a África" como músico de jazz en ejercicio es menos retórica que la realidad pura y dura, aunque sean sus acólitos Neil Clarke y Alex Blake, a las percusiones y el contrabajo respectivamente, quienes terminen dando el callo. Al césar lo que es del césar, aunque se llame Randy Weston y viva en Brooklyn, Nueva York.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 25 de julio de 2009